jueves, 7 de mayo de 2020

Uso responsable de desinfectantes viricidas: protejamos nuestra salud y el medio ambiente.

(Este artículo es una traducción al castellano del original, publicado en catalán en el Web del Col·lègi de Biòlegs de Catalunya: http://cbiolegs.cat/2020/05/04/us-responsable-de-desinfectants-viricides-protegim-la-nostra-salut-i-el-medi-ambient/)


Para la contención de la pandemia de COVID-19 se han extremado las medidas de higiene, con ello se busca evitar la presencia de viriones de SARS-CoV-2 en todas las superficies que podemos tocar con las manos, y evitar que desde éstas puedan pasar a los pulmones, a través de la boca, la nariz o los ojos; también las medidas de distanciamiento entre personas han sido clave para reducir la velocidad de propagación entre los individuos. La falta de información previa de la virulencia de un virus desconocido y sin vacuna desarrollada ha obligado a extremar las precauciones, transcurridos unos primeros días a lo largo de los cuales, posiblemente, no se le prestó la atención que finalmente demostró que requería.

El uso de desinfectantes con efectos viricides es una potente herramienta para evitar la carga vírica, gracias a su acción desnaturalitzadora de los ácidos nucleicos protegidos por, en este caso, una membrana lipídica. Son ácidos nucleicos como los que tenemos en nuestras células, protegidas por la misma membrana lipídica que estas. El efecto tóxico de los desinfectantes sobre los viriones, es el mismo que sobre los humanos y el resto de seres vivos. Por lo tanto, es necesario un uso responsable de estos productos tóxicos, la aplicación de los cuales está regulada por la legislación española1 y europea2.


El Estado español publica y mantiene al día la relación de los productos desinfectantes3 que se pueden utilizar, tanto en el ámbito doméstico para el público en general, como en el profesional, y determina quien puede utilizar estos productos tóxicos en espacios públicos y profesionales: siempre persones que hayan recibido la formación acreditada establecida4 y bajo la supervisión de un responsable técnico con la formación adecuada, como la que tienen los biólogos. De esta forma, la Administración Sanitaria ordena y regula un sector de actividad que manipula productos tóxicos utilizados para controlar organismos que afectan la salud humana, animal o vegetal o que pueden poner en peligro los bienes materiales; y registra públicamente5 en el Registro Oficial de Establecimientos y Servicios Biocidas (ROESB) todas las empresas autorizadas para llevar a cabo estos tratamientos con las medidas de protección personal adecuadas para protegerse de los productos tóxicos empleados y los agentes biológicos contra los cuales se actúa, y evitar los daños personales6 que en caso contrario se pueden producir.


Los últimos días hemos podido ver como personas sin la formación adecuada han hecho "desinfecciones" sin criterio técnico, rociando calles, espacios públicos e incluso playas, con productos pretendidamente viricidas – probablemente hipoclorito sódico o compuestos de amonios cuaternarios – en concentraciones y presentaciones no siempre autorizadas para el uso para el que se han diseñado, por personal sin la acreditación profesional adecuada, sin supervisión técnica y por servicios o empresas no registradas en el ROESB. Los efectos sobre la salud y el medio ambiente de esta actuación sin control, animada por varias administraciones con buena fe, pánico y desconocimiento a partes iguales, pueden haber sido, en muchos casos, gravemente negativos.


Después de las aplicaciones de desinfectantes clorados que se pudieron ver en los medios de comunicación de todo el mundo, la revista Science publicaba el 10 de abril7 la alerta por la toxicidad de los productos empleados en las calles de Wuhan y sus efectos sobre los puntos de suministro de agua de la población. Los desinfectantes clorados son precursores de trihalometanos y ácidos haloacéticos, que en combinación con el nitrógeno, como el del amonio cuaternario también empleado en las desinfecciones, pueden reaccionar formando cloraminas o N-nitrosodimetilaminas, reconocidos productos tóxicos para los organismos acuáticos y, algunos de ellos, carcinógenos. A pesar de esto, algunas administraciones siguieron utilizándolos, hasta que la semana pasada saltó la voz de alarma en Andalucía, donde la Junta abrió un expediente8 a una entidad local de Cádiz por la "desinfección" descontrolada de sus playas.


En esta situación de miedo generalizado, varias empresas han impulsado la comercialización de productos pretendidamente viricidas, cuya eficacia no ha sido demostrada en su uso ambiental. Ante los riesgos para la salud y el medio ambiente que supone su utilización, el Ministerio de Sanidad no los ha autorizado como biocidas para su uso ambiental, hasta el punto de haber publicado varias notas respecto al uso de los arcos de desinfección, el ozono o la luz ultravioleta usados para, pretendidamente, evitar los riesgos provocados por el SARS-CoV-2.


En el caso de los arcos de desinfección, el Ministerio ha señalado que no existe ningún producto biocida autorizado por nebulitzar sobre las personas, y hace referencia especialmente al ozono.


Las propiedades viricides del ozono son conocidas, se trata de un producto para esterilizar espacios y material quirúrgico utilizado con mucho éxito. Desgraciadamente, la concentración a la cual se ha demostrado efectivo, también es tóxico para los humanos. Diversos estudios9,10 demuestran como el ozono, en concentraciones superiores a 10 ppm mantenidas diversas horas, puede inactivar muchos virus si se mantiene una elevada humedad relativa, a pesar de que, como ha reconocido recientemente la Asociación Internacional de Ozono, dedicada al estudio de este gas, todavía no se ha demostrado la eficacia en la inactivación del SARS-CoV-211, ni el tiempo requerido para ello.


El ozono consigue su efecto germicida, como todos los biocidas, gracias a su toxicidad. Se trata de un gas que, en el ambiente exterior tiene un valor objectivo para la salud humana de 120 µg/m³ (0,06 ppm)12 y en el ambiente laboral, los valores límite ambientales aceptados (VLA-ED) definidos por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo13 es de 0,05 a 0,2 ppm (según el esfuerzo que deba hacer el trabajador y el tiempo durante el cual tiene que permanecer en este ambiente), es decir 50 veces inferior a la necesaria para conseguir una reducción significativa (de algunas unidades logarítmicas) de carga viral.


En el caso de la luz Ultravioleta de alta energía (la conocida como UV-C que emiten las lámparas germicidas), si bien es que se ha utilizado con éxito como agente para inactivar virus14 y bacterias15, también son conocidos sus efectos sobre la piel humana, como responsable de provocar daños irreparables al DNA de la piel16,17, i por tanto su uso debe limitarse a espacios sin presencia humana, o con la piel y los ojos protegidos de la luz. Por otro lado, como la acción de la radiación luminosa es la que tiene efectos germicidas, con la turbidez, del agua o del aire, pierde eficacia. Nada hace pensar que la luz ultravioleta de baja frecuencia no tenga que ser efectiva para reducir la carga vírica presente en el aire o el agua, pero para desinfectar materiales opacos... posiblemente no sea la mejor solución.


Todos los biocidas lo son en cuanto que son productos tóxicos, la mayor parte de ellos poco selectivos, y por tanto su uso está regulado. Únicamente pueden ser utilizados por personal protegido con los EPIs adecuados, conveniente formato y bajo supervisión técnica por parte de técnicos con la formación adecuada, como son los biólogos. Es muy importante evitar el uso de productos no autorizados y aplicar correctamente los autorizados para garantizar su eficacia y minimizar daños en la población, los bienes y el medio ambiente, siguiendo los protocolos y procedimientos preparados por los profesionales acreditados para hacer estos tratamientos a las actuaciones a la vía pública y los establecimientos.


Evitar las desinfecciones compulsivas, con equipos, maquinaria y personal no preparado, es necesario para conservar la salud, la nuestra y la del planeta, evitando una falsa sensación de seguridad que puede inducir a rebajar las condiciones de autoprotección.


Con la fase de desconfinamiento que apenas se inicia, seamos conscientes, y confiemos en los profesionales capacitados para ayudarnos a superar esta pandemia: el personal sanitario, los técnicos... y los aplicadores de plaguicidas acreditados. Recordemos que para reducir la propagación de los virus se utilizan productos tóxicos, si no fuera así no conseguirían "matarlos".
Eduardo Martínez Garcia. Biòleg 6.278-C
Vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Biólogos de Cataluña
Consultor Ambiental.
CEO i Director Técnico de COMEI, S.L.



1Real Decreto 1054/2002, de 11 de octubre, por el que se regula el proceso de evaluación para el registro, autorización y comercialización de biocidas.
2Reglamento (UE) nº 528/2012 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 22 de mayo de 2012, relativo a la comercialización y el uso de los biocidas.
4Real Decreto 830/2010, de 25 de junio, por el que se establece la normativa reguladora de la capacitación para realizar tratamientos con biocidas.
5https://www.mscbs.gob.es/ciudadanos/saludAmbLaboral/prodQuimicos/sustPreparatorias/biocidas/ROESB.htm
7Zhang, H., Tang, W., Chen, Y. Yin, W, 2020. Disinfection threatens aquatic ecosystems, Science 10 Apr: 368: 6487, pp. 146-147
9Tseng, Ch & Li, Ch. 2008. Inactivation of Surface Viruses by Gaseous Ozone, Journal of Environmental Health, June; 70:10, pp. 56-63
10Hudson, J.B., Sharma, M. & Vimalanathan, S., 2008. Development of a Practical Method for Using Ozone Gas as a Virus Decontaminating Agent, Ozone: Science & Engineering, 31:3, 216-223
12Real Decreto 102/2011, de 28 de enero, relativo a la mejora de la calidad del aire.
14McDevitt JJ, Rudnick SN, Radonovich LJ., 2012 Aerosol Susceptibility of Influenza Virus to UV-C Light. Appl Environ Microbiol; 78(6):1666–1669.
15Yin, R., et al., 2013. Light based anti-infectives: ultraviolet C irradiation, photodynamic therapy, blue light, and beyond, Curr Opin Pharmacol. October ; 13(5): 731-762
16WHO, IARC, 1992, IARC Monographs on the Evaluation of Carcinogenic Risks to Humans Volume 55, Solar and Ultraviolet Radiation (https://publications.iarc.fr/_publications/media/download/1884/4a87c098b4b16dbb0dc18bd9a975ccffc8d8cc64.pdf)
17IARC, WHO, 2009, IARC Monographs on the Evaluation of Carcinogenic Risks to Humans Volume 100D: Radiation (https://publications.iarc.fr/_publications/media/download/3045/d295876be020b721ff7209083d5782c910b2ed1e.pdf)